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verfasserin/verfasser: David Siqueiros

titel: Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación de América

+: Revista Vida Americana (Barcelona), 1 mayo de 1921; reimprimido en: Gilberto Mendonça Teles, Klaus Müller-Bergh, Vanguardia latinoamericana. Historia crítica y documentos. Tomo I México y América Central, Madrid 2000, pp. 96–98

«Influencias perjudiciales y nuevas tendencias

Nuestra labor, en su mayor parte, es extemporánea y se desarolla incoherentemente sin producir casi nada perdurable que responda al vigor de nuestras grandes facultades raciales. Apartados como estamos de las nuevas tendencias de sólida orientación, a las que prejuiciosamente recibimos con hostilidad, adoptamos de Europa únicamente las influencias fófas que envenenan nuestra juventud ocultándonos los valores primordinales: la anemia de Aubrey Beardsley, el preciocismo de Amán Jean, el arcaísmo funesto de Ignacio Zuloaga, los fuegos artificiales de Anglada Camarassa, los caramelos escultoricos de Bistolfi, Queralt, Benlliure, etc., etc., etc., todo ese Art-nouveau comerciable peligrosamente insinuante por su 'camouflage' y que tan espléndido mercado tiene entre nosotros (muy especialmente el importado de España). (I)

Razonadamente acojamos todas las inquitetudes espirituales de renovación nacidas de Pablo Cézanne a nuestros días: la vigorización substancial de Impresionismo, el Cubismo depurador por deductivo en sus diferentes ramificaciones, el Futurismo que aporta nuevas fuerzas emotivas (no el que intenta aplastar ingenuamente el anterior proceso invulnerable), la novísima labor revaloradora de 'voces clásicas'… (Dada aun está en gestación); verdades afluentes al gran caudal, cuyos múltiples aspectos psíquicos encontraremos fácilmente dentro de nosotros mismos; teorías preparatorias más o menos abundantes en elementos fundamentales, que han devuelto a la pintura y a la escultura su natural finalidad plástica, enriqueciéndolas con nuevos factores admirables.

Como principio ineludible en la cimentación de nuestro arte, ¡¡Reintegremos a la pintura y a la escultura sus valores desaparecidos, aportándole a la vez nuevos Valores!! ¡Como los clásicos, realicemos nuestra obra dentro de las leyes inviolables del equilibrio estético!; como ellos seamos hábiles obreros; volvamos a los antiguos en su base constructiva, en su gran sinceridad, pero no recurramos a 'motivos' arcaicos que nos serán exóticos; ¡vivamos nuestra maravillosa época dinámica! amemos la mecánica moderna que nos pone in contacto de emociones plásticas inesperadas; los aspectos actuales de nuestra vida diaria, la vida de nuestras ciudades en construcción; la ingenería sobria y práctica de nuestros edificios modernos, desprovistos de complicaciones arquitectónicas (moles inmensas de hierra y cemento clavadas en la tierra;) los muebles y utensilios confortables (materia plástica de primero orden). Cubramos lo humano-invulnerable con ropajes modernos: 'sujetos nuevos' 'aspectos nuevos'. ¡Debemos, ante todo, tener el firme convencimiento de que el arte del futuro tiene que ser, a pesar de sus naturales decadencias transitorias, ascendentemente Superior!

(I) De principios del siglo diez y nueve a nuestros días, las manifestaciones plásticas de España revelan marcada decadencia: las últimas exposiciones colectivas de Madrid, a las que concurrieron las fuerzas representativas del arte español contemporáneo, llenan el corazón de desencanto; arte literrio tradicional, arte teatral a manera de zarzuela 'folklorista' (sic) que por afinidad de raza nos ha contagiado terriblemente. Sunyer, Picasso y Juan Gris, tres españoles de genio y de su época, hace muchos años que tendieros ávidamente los brazos a Cézanne y oyeron la voz cascada de Renoir.

Felizmente surge en España un grupo vigoroso de pintores y escultores que sienten la inquietud del momento, inquieren, se libartan del peso enorme de su gran tradición y se universalizan; grupo formado en su mayor parte por catalanes…

Preponderancia del espíritu constructivo sobre el espíritu constructivo sobre el espíritu decorativo o analítico

Dibujamos siluetas con bonitos colores; al modelar nos interesamos por arabescos epidérmicos y olvidamos de concebir las grandes masas primarias: cubos, conos, esferas, cilindros, pirámides, que deben ser es esqueleto de toda arquitectura plástica. Sobrepongamos, los pintores, el esmpíritu contructivo al espíritu únicamente decorativo; el color y la línea son elementos expresivos de segundo orden, lo fundamental. La base de la obra de arte, es la magnífica estructura geometral de la forma con la concepción, engranaje y materialización arquitectural de los volúmenes y la perspectivo de los mismos que haciendo 'términos' crean la profundidad del 'ambiente'; 'Crear volúmenes en el espacio'. Según nuestra objetividad dinámica o éstatica, seamos anto todo constructores; amasemos y plantemos sólidamente nuestra propia conmoción ante la naturaleza con un apego minucioso a la verdad.

Especifiquemos particularizando sin ambigüedad la 'calidad' orgánica de los 'elementos plásticos' agrupados en nuestra obra: creando orgánica de los 'elementos plásticos' agrupados en nuestra obra: creando material consistente o frágil, áspera o tersa, opaca o transparente, etc., etc., y su peso determinado.

Sobre un armazón consistente, caricaturicemos si es preciso para humanizar.

Las teorías cuya finalidad plástica es 'pintar la luz' ('Luminismo', 'Puntilismo', 'Divisionismo'), es decir, copiar simplemente o interpretar analiticamente el ambiente luminoso, carecen de fuerte idealidad creadora, única objetividad del arte; abandonadas teorías pueriles que de algunos años a esta parte hemos acogido frenéticamente en América, ramas enfermas del 'Impresionismo', árbol podado por Pablo Cézanne el restaurador de lo esencial: 'hay que hacer del Impresionismo algo definitivo como la pintura de los Museos.'

La comprendión del admirable fondo humano del 'arte negro' y del arte 'primitivo' en general dio clara y profunda orientación a las artes plásticas perdidas cuatro siglos atrás en una senda opaca de desacierto; acerquémonos por nuestra parte, al las obras de los antiguos pobladores de nuestros valles los pintores y escultores indios (Mayas, Aztecas, Incas, etc., etc.); nuestra proximidad climatológica con ellos nos dará la asimilación del vigor contructivo de sus obras, en las que existe un claro conocimiento elemental de la naturaleza, que nos puede servir de punto de partida. Adoptemos su energía sintética, sin llegar, naturalmente, a las lamentables reconstrucciones arqueológical ('Indianismo', 'Primitivismo', 'Americanismo') tan de moda entre nosotros y que nos están llevando a estilizaciones de vida efímera.

Abandonemos los motivos literatios, hagamos plástica pura

Desechemos las teorías basadas en la relatividad del 'Arte nacional'; ¡Universalicémonos! que nuestra natural fisonomía racial y local aparecerá en nuestra obra inevitablemente.

Nuestras escuelas libres son adacemias al aïre libre (peligrosas como las academias oficiales en las que al menos conocemos a los clásicos), colectividades en las que hay maestros que hacen negocio y se impone un criterio flaco, que mata las personalidades incipientes.

No escuchemos el dictado crítico de nuestros poetas; producen bellísimos artículos literarios distanciados por completo del valor real de nuestras obras.»

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